Desahogo

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domingo, 25 de septiembre de 2016

La Isla Mágica de Rogelio Sinán.


Contrario a la mayoría de mis compatriotas que según he notado, leen más libros extranjeros, he encontrado en los libros de autores nacionales un sabor tan rico y dulce que me ofusca ver uno y no haberlo leído.

A Sinán lo venimos leyendo desde el colegio: La cucarachita mandinga, Chiquilinga, A la orilla de las Estatuas Maduras y La boina roja y otros cuentos fue lo primero que leí de él.

Estando en casa un día, cuando tenía unos 14 años, vislumbre "Plenilunio" y me llamó la atención su portada: una mujer desnuda tocando el violín bajo la luna. En ese tiempo inicié mi mística por todo en la vida y lo leí, quedando encantada con el libro pero en él conocí un Sinán que aunque prolífico me pareció bastante normal en sus letras.

Estando en la universidad de Panamá, y dando por obligación la materia de español para turismo, me topé con una profesora magnífica que de lleno nos mandó a adquirir "La Isla Mágica". Le comenté a mi madre, quien es profesora también y le extrañó que ni ella ni yo habíamos leído esta obra. A falta de tiempo, pasaron los días y cuando me disponía a comprarlo, mi mamá me apareció con la sorpresa del obsequio.

De inmediato inicié la lectura, pero a colmo de males me adelantaba a mis compañeros universitarios, íbamos a un ritmo demasiado lento en las clases de análisis y cuando iban por el primer decálogo, yo quería conversar con mi profesora sobre el decálogo tercero, lo que me dejaba en vilo investigando más sobre la novela, de forma individual.

El argumento no es tan fácil de explicar en un par de líneas, ya que son 10 decálogos con 10 cuentos cada uno, sí, así como "El Decameron".

Habla de una isla, de la cual no deja claro si es la natal Taboga de Sinán o Taboguilla, pero en el libro se llama Barlovento, un sitio lleno de fantasía, donde cada personaje tiene características tan fundamentales y a veces imprudentes que en un inicio te pueden alarmar. por su permanente erotismo sadomasoquista cargado de violaciones e incestos.

El personaje principal es Juan Felipe Durgel, un negrito de ojos garzos que fue mal criado, quien siempre obtiene lo que quiere por medio de la fuerza y las malas costumbres. Lo singular del personaje es su virilidad en el falo, que lo hace ser famoso entre algunas mujeres y temido por otras.
Sinán deja claro en ésta obra que es un erudito de las lenguas y no da paso a "escribir sin saber".

Nada faltará porque así lo quiso el demiurgo y nada sobrará porque tuvo el cuidado y la inteligencia de consultar, comparar, seleccionar, escoger cada referencia, hecho histórico, frase hecha, nombre, referencia bibliográfica o pasaje bíblico, para entregarnos el verdadero monumento a la narrativa panameña. Utilizó muchísimas frases y términos en latín de los que se me quedaron en la cabeza "per secula miserere".

Debí leer toda la novela con un diccionario al lado por la cantidad de conceptos nuevos para mi, además de los regionalismos y frases que casi no se utilizan ya en Panamá; encontré uno que utiliza una de mis tías maternas "Ni se supo dijo el gusano, cuando iba en el pico de la gallina".

Creo que éste libro se puede leer iniciando por cualquiera de sus decálogos e igual se va a entender. De hecho el primer capítulo del decálogo primero lo leí varias veces porque de súbito no se entiende nada, solo un sublime toque de erotismo y doble sentido en las líneas.

Se tocan temas como El incidente de la tajada de sandía y se desarrolla dentro del tiempo de la Guerra de Coto, en la que muchos de sus personajes se ven involucrados. La Isla Mágica es perfectamente comparable, si así se quisiera con 100 años de Soledad de García Márquez, solo que al estilo panameño, con cuentos tan bien narrados que uno quiere acabarlo rápido.