Desahogo

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jueves, 1 de febrero de 2018

El amor que nunca tuve...

Escribo esto como notas al viento en forma de desahogo pues son tantos sentimientos imposibles de poder compartir con nadie, mucha gente siempre opina, pero nadie sabe en realidad las consecuencias de lo vivido y aún así, hoy día no puedo evitar sentir algo de culpa por no estar a su lado...

Hablo de mi papá, quien en estos momentos puede que esté en sus últimos días, horas o minutos de vida.

Y me da rabia porque los recuerdos son tantos, pero son más fuertes los malos recuerdos que los buenos que sucedieron mayormente en la infancia.

Tu presencia siempre fue luz en mi infancia, cuando aparecía cada 8 días y dormía en mi casa 1 o 2 días, me abrazaba, me decía "Mayeya", me paseaba y hablaba conmigo eso era lo más grande para mi... se me escapan las lágrimas por los recuerdos y sigo sintiendo esa rabia iracunda que ahonda en mi ser porque me abandonaste, porque de la noche a la mañana desapareciste, y un día mientras dormía ya tarde escuché un estrupicio, mi mamá llegaba de un evento familiar con mi hermana (de padre y madre) y me habían dejado contigo ¿ recuerdas? aprovechaste ese momento, y dejándome en cama, agarraste lo que pudiste y te fuiste a buscar un taxi para largarte y no volver nunca más.

Pero si regresaste varias veces, cuando te convenía hacerlo y acá no hubo quien tuviera el carácter para que desaparecieras de una vez.

Crecí enterándome de hermanos a cada rato y tengo entendido que somos 10, de los que si fuese por ti, no conocería ni uno.

Por mucho tiempo pensé que era la menor hasta que un día, de esos que aún te frecuentaba pero de los que yo ya era suficientemente adolescente para ir y venir del colegio sola, te vi agarrado de la mano con un bebé, que resultó ser el más pequeño. Pero tampoco pues quizás 10 años después supe de la existencia de 2 hermanos más menores que yo, a los que también abandonaste.

Sufrí mucho cuando dejaste a mi mamá a la deriva, con una hija en la universidad y otra en edad escolar. Sufrí mucho al ver a mi madre buscándote para que dieras "algo" aunque fuera para comida y tu te escondías como un perro y mandabas a tus amigos a decir que no habías ido a trabajar. Sufrí al ver a mi madre llorar y luego verte nuevamente en la casa cuando querías que ella te abrazara y curara tus heridas.

Te busqué gran parte de mi juventud y fueron tantas las veces que esperé por ti sentada en una oficina por 3 o 4 largas horas para que al final tu secretaria me dijera que no ibas a venir... o simplemente no salías de tu oficina hasta que yo no me fuera.

A mis 18 años llamaste, como lo hacías una vez al año, para preguntar si estaba trabajando y pues lógicamente la respuesta era afirmativa y de inmediato corriste a retirar la porquería de pensión alimenticia y llegó el día en que mi mamá me dijo "No lo busques más".

Con el tiempo mi corazón se endureció aún más y definitivamente dejé de buscarte y empezó ese mundo de piedra que llaman independencia, hacer lo que me diera la gana, etc.

Muchas veces la vida te puso en mi camino, te me aparecías en los malls, en los restaurantes, en las avenidas y te hacías el loco como si no me hubieses visto, me ignorabas por completo, como si yo no existiera, como si no me reconocieras; una vez me senté frente a ti y preferiste ponerte el periódico en la cara con tal de no verme.

Pasaron los años y repentinamente escuchaba de ti, por medio de mi hermana y me cabriaba y le exigía que dejara su relación contigo por el simple hecho de habernos hecho sufrir tanto, pero a ella se le había olvidado, en su candor religioso, todo el dolor que pasamos.

Cuando ella salió embarazada él llamó, como nunca hacía ya, para exigir que ella debía irse de su casa, cuando ni él mismo la pisaba hacía más de 15 años y mi hermana estúpida le hizo caso y se fue, cuando él no tenía ningún poder.

Para ese mismo tiempo, mi mamá se fue a trabajar a Bocas del Toro, y el Sr. aprovechó para divorciarse "por abandono" por medio de un anuncio en el periódico. No puedo o más bien, me abstengo de escribir lo que pienso de él por ese sucedo aquí por su estado actual.

Paso el tiempo, crecí de más... Y un día mi hermana me dice que él estaba mal en el hospital, que debía ir a verle. Mi novio me dijo que no fuese rencorosa, que si moría me iba a quedar eso en la conciencia y sí, fui; y en frente de una de sus últimas mujeres dijo un montón de cosas positivas de mi, como si eso se debiera a él. Ese día casi no lo reconozco de lo cambiado que estaba. Le dije que mejorara y no había nada que hablar, me despedí y me largué con un amargo sabor de boca.

Y un día explotó, a mamá le sacaban más de la cuenta de una deuda en la que fue su fiadora y pedí a un amigo abogado que investigara qué pasaba y el resultado fue tenaz: mi mamá debía 40,000$, cantidad que jamás vimos en mi casa en ningún sentido pues cuando ese Sr. vivía en casa, ni baño teníamos. El Sr. se había declarado en bancarrota o muerto y la deuda había pasado a mi mamá. Balde de agua fría para todos, pero sobre todo para ella a la que esto le cayó mal en salud. Deuda que aún tiene y por la cual aún no se acoge a su jubilación, sigue trabajando para pagar un dinero que nunca utilizó.

A mi no se me olvida nada.

Kaf, hermana a la que solo le llevo 1 año, contó que él se había hecho el muerto legalmente hablando para así no darle la pensión alimenticia a mi hermano más pequeño Os, quien sufre autismo. Sin conocer al chico sentí tanta pero tanta ira, de ver una bajeza tan vil y saber que yo también soy hija de quien pudo hacer una maniobra tan macabra.

Y llegó el día que me dijeron que estabas muriendo en el hospital y al día siguiente fui a verte nuevamente, me tragué toda la ira y me fui a despedir de un ser que carecía de sentidos, de movilidad, un ser que había decaído de una manera astronómica y no pude evitar sentir dolor como lo sentiría al ver a cualquier persona en esa situación pero... ese que estaba en esa cama era él, mi papá.

Y luego de estar ahí un rato, tuve el valor de agarrar su mano rígida, imposibilitada por el parkinson, y busqué en mi mente palabras adecuadas, pero no vi en él que me reconociera, supuse que era el alzaimer, traté de consolarlo, traté de acercarme para que me escuchara y lo único que salió de mi fue un: Ve en Paz, todos tus hijos son grandes ya. Me hiciste mucha falta. Te perdono, ve en Paz.

De eso ha pasado casi un año y tu salud ha ido decayendo. Te fui a ver otra vez y supe que casi nadie te visitaba, tu hijo, al que le diste los últimos años de tu vida, se queja de que nadie ayuda con tu enfermedad, que va en decaimiento y lo último que han dicho a mi hermana es que nos preparemos porque tu muerte se acerca.

Repito, no puedo evitar sentirme consternada. Hubiese querido amarte tanto que en este momento mi corazón se hiciera pedazos de ver cómo se deshace tu vida entre mis manos, pero no es así. Tantas situaciones hicieron de mi una persona a la que le cuesta sentir afecto.

Yo quise tanto, tanto; que fueras un buen padre, no que te quedaras conmigo, si no que fueras un buen padre. Te presioné, te busqué. Aprendí a ir solo por lo necesario porque tu no eras quien me fuese a dar un beso o un abrazo, nunca. Y encima de todo mi madre se volvió dura como una piedra fría en un río de hielo porque tenía que ser fuerte para desempeñar papel de padre y madre.

Hoy, 1 de febrero de 2018, nos vuelven a decir que estás en espera y estoy segura de que no te está matando la diabetes, ni el alzheimer, ni el parkinson, ni las llagas en tu cuerpo; te está llevando la ansiedad que te dominó por años.

Ay papa, si hubieses decidido ser padre antes que hombre, hoy todos tus hijos estuviéramos ahí. Pero sucedieron tantas cosas que no nos permiten a ninguno hacerlo. Es difícil porque DUELE, LA MUERTE DUELE. Más cuando quien morirá es de quien tienes tu ADN.

Y te perdono, porque la vida me enseñó que existe esa magia llamada Karma, que no puedo guardar más rencor ya a quien sufre tan brutalmente.

Y deseo Paz, sigo deseando Paz a tu alma, porque la paz no tiene que ver con credos, tiene que ver con el alma y punto.

Quisiera murieras en Paz y dejaras de sufrir, quisiera solo recordar los bonitos momentos que fue tan feliz a tu lado, esos que viví antes de los 7 años de vida, esa ANSIEDAD que me daba cuando te veía bajar, cuando me acostaba en tu pecho a escuchar tus historias.

Ojalá Dios me escuche y te conceda esa Paz y permita que alguien que hayas amado te de un abrazo grande antes de partir.

Yo te amé

                  Y quise que me amaras,
                                                                                                  Mariel.